

Algunos de los compañeros que asistimos a las jornadas.
Tal vez a priori hablar sobre disección de cadáveres pueda resultar bastante poco atractivo pero la realidad es que es todo lo contrario, al menos para quien hemos elegido la medicina como profesión y disfrutamos conociendo con exactitud cómo somos por dentro.
A la joven historia de la medicina estética como disciplina médica siempre le han acompañado intrusos que poco a poco se han ido retirando del camino reforzando el carácter científico del que ahora goza esta especialidad. Pero como no podía ser menos, en los tiempos que corren, nuevas amenazas tenían que sobrevolar de nuevo sobre la medicina estética y es que odontólogos, enfermeras y esteticistas están jugando a ser médicos cometiendo delitos contra la salud publica pues realizan actos médicos sin serlo. La ley claramente está del lado médico y ya hay jurisprudencia al respecto, pero parece que muchos lejos de oírlas hacen todo lo contrario y siguen jugando con la salud de los pacientes al margen de la ley.

Mesa de disección.
En un post anterior os comentaba que estaba empezando a denostar la palabra belleza y en parte es precisamente por esto, porque no solo los pacientes sino también los profesionales banalizan sobre ella relativizando las consecuencias de una mala praxis. Que una enfermera o un odontólogo decidan por ejemplo infiltrar la zona glaberlar para suavizar las arrugas del entrecejo o realizar una rinomodelación puede tener consecuencias devastadoras para un paciente pues de producirse un efecto adverso, no tienen ni los conocimientos ni la potestad para resolverlo. Sin ir más lejos, a finales del pasado año se publicaba un caso de infarto cerebral masivo con oclusión de la arteria oftálmica que requirió un tratamiento médico multidisciplinar, tras la infiltración de ácido hialurónico en el dorso de la nariz y que finalmente no pudo resolverse con el consecuente fallecimiento del paciente.
El profundo conocimiento anatómico no exime el que puedan acontecer este tipo de situaciones, pero desde luego la buena praxis minimiza su impacto considerablemente. Ni una enfermera, ni un odontólogo ni mucho menos una esteticista tienen los conocimientos anatómicos suficientes ni por supuesto están capacitados para realizar acto médico alguno, pero ellos siguen empeñándose en ser lo que no son. Y yo creo que está bastante claro, si su deseo es el ejercer la medicina, es tan fácil como ponerse de nuevo a estudiar, sacarse la carrera y después cursar la formación postgrado necesaria para ejercer la medicina estética. Solo espero que las autoridades sanitarias y el Poder Judicial actúen con la máxima celeridad para erradicar rápidamente el intrusismo profesional en esta disciplina en aras al bienestar del paciente.

Dehesa de los Canónigos. Ribera del Duero.
Y dicho esto, lo que realmente quería contar en este post, que me acabo liando siempre, es que el pasado fin de semana de la mano del Dr. Jorge Garcia tuve el placer de asistir a unas jornadas de disección cadavérica en la Universidad de Valladolid, en ellas pudimos practicar sobre los cadáveres diferentes técnicas de inyección en diversas áreas del rostro para poder diseccionarlas posteriormente y conocer de primera mano la efectividad de las mismas en relación a los diferentes planos de inyección y el efecto logrado. La experiencia, sin duda, resultó de lo más gratificante, pues en nuestro día, a la hora de infiltrar, utilizamos también diferentes planos de referencia, por tanto, identificar dichos planos en el cadáver y analizar su correlación con la «anatomía in vivo» nos permite ser aún más precisos y afinar mucho en el resultado final. Pro otro lado y no menos importante, el conocimiento exhaustivo de las zonas “peligrosas” gracias a las disecciones nos permite trabajar con mucha más seguridad minimizando los riesgos del acto médico. Compartir estas jornadas con un puñado de compañeros venidos de diferentes ciudades de España, fue de lo más enriquecedor porque desempeñamos un verdadero trabajo de “hands on” que me transportó de manera entrañable a primero y segundo de medicina. Las jornadas fueron maratonianas pero aún así, sacamos tiempo para conocer la Bodega Dehesa de los Canónigos donde degustamos un Ribera exquisito.
Dr. Sergio Fernández.